La pareja de policías californianos conquistó los televisores en los 70s a bordo de un Ford Gran Torino que destacaba por la carrocería en rojo chillón atravesada por una franja blanca. Para la serie, la marca del óvalo preparó este auto con el objetivo de hacerlo llamativo, dotándolo -además del exclusivo color- con neumáticos traseros más anchos, llantas de aleación de 15” y suspensión neumática. Persecuciones veloces, el típico “rol” de los autos norteamericanos en las curvas y tapones saliéndose de las ruedas hicieron de esta serie una de las más exitosas de su época.