Isadora Duncan es recordada por varios motivos, entre ellos su estilo innovador de danza que rompía los moldes clásicos, y su trágica muerte a bordo de un vehículo. El 14 de septiembre de 1927, la bailarina salía de paseo por Niza con su amigo (presumiblente amante) a bordo de un deportivo, cuando su inmensa chalina se enroscó en una rueda estrangulando su cuello y haciéndola salir despedida del vehículo, siendo arrastrada varios metros hasta que el conductor se detuvo.
Normalmente se cree que el vehículo era un lujoso Bugatti, sumando charm al fatal accidente pero, en realidad era de un Amilcar GS 1924, al que Isadora apodaba Bugatti. Se trataba de un cyclecar, vehículos modestos de 3 o 4 ruedas, con un peso máximo de 350 kg y una cilindrada inferior a 1,100 cc que gozaban de grandes beneficios fiscales. La gran diferencia era que los Amlicar no renunciaban a ofrecer un estilo y mecánica similares a los de un buen auto, llegando a ser considerados buenos deportivos para la época.